martes, 21 de agosto de 2012

SALMOS 18 (21/08/12)

ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA

18 Mi Señor, mi fortaleza,
¡yo te amo!
Mi Señor y Dios,
tú eres mi roca, mi defensor, ¡mi libertador!
Tú eres mi fuerza y mi escudo,
mi poderosa salvación, mi alto refugio.
¡En ti confío!
Yo te invoco, Señor,
porque sólo tú eres digno de alabanza;
¡tú me salvas de mis adversarios!
Los lazos de la muerte me rodearon;
¡me arrolló un torrente de perversidad!
Los lazos del sepulcro me rodearon;
¡me vi ante las trampas de la muerte!
Pero en mi angustia, Señor, a ti clamé;
a ti, mi Dios, pedí ayuda,
y desde tu templo me escuchaste;
¡mis gemidos llegaron a tus oídos!
La tierra tembló y se estremeció;
las montañas se cimbraron hasta sus cimientos;
¡se sacudieron por la indignación del Señor!
Humo salía de su nariz,
y por su boca brotaba fuego encendido;
¡su furor inflamaba los carbones!
El Señor inclinó el cielo, y descendió;
bajo sus pies había una densa oscuridad.
10 Montó sobre un querubín, y voló;
¡voló sobre las alas del viento!
11 Se envolvió en un manto de sombras;
se ocultó entre grises nubes, cargadas de agua.
12 De su deslumbrante presencia salieron
ascuas y granizos que cruzaron las nubes.
13 El Señor lanzó un poderoso trueno;
el Altísimo dejó escuchar su voz
en medio de ascuas y granizos.
14 Lanzó sus flechas, y los dispersó;
¡lanzó relámpagos, y acabó con ellos!
15 El Señor dejó oír su reprensión,
¡y a la vista quedó el fondo de las aguas!
De su nariz salió un intenso soplo,
¡y a la vista quedaron los cimientos del mundo!
16 Desde lo alto el Señor me tendió la mano
y me rescató de las aguas tumultuosas,
17 ¡me libró de los poderosos enemigos
que me odiaban y eran más fuertes que yo!
18 Me atacaron en el día de mi desgracia,
pero el Señor me dio su apoyo:
19 me llevó a un terreno espacioso,
y me salvó, porque se agradó de mí.
20 El Señor me premió porque soy justo;
¡porque mis manos están limpias de culpa!
21 Yo he seguido los caminos del Señor,
y ningún mal he cometido contra mi Dios.
22 Tengo presentes todos sus decretos,
y no me he apartado de sus estatutos.
23 Con él me he conducido rectamente,
y me he alejado de la maldad;
24 él ha visto la limpieza de mis manos,
y por eso ha recompensado mi justicia.
25 Señor, tú eres fiel con el que es fiel,
e intachable con el que es intachable.
26 Juegas limpio con quien juega limpio,
pero al tramposo le ganas en astucia.
27 Tú salvas a los humildes,
pero humillas a los soberbios.
28 Señor, mi Dios,
tú mantienes mi lámpara encendida;
¡tú eres la luz de mis tinieblas!
29 ¡Con tu ayuda, mi Dios,
puedo vencer ejércitos y derribar murallas!
30 El camino de Dios es perfecto;
la palabra del Señor, acrisolada;
Dios es el escudo de los que en él confían.
31 ¡Aparte del Señor, no hay otro Dios!
¡Aparte de nuestro Dios, no hay otra Roca!
32 Dios es quien me infunde fuerzas;
Dios es quien endereza mi camino;
33 Dios es quien me aligera los pies
y me hace correr como un venado; 
Dios es quien me afirma en las alturas;
34 Dios adiestra mis manos para el combate,
y me da fuerzas para tensar el arco de bronce.
35 Tú me diste el escudo de tu salvación,
me sostuviste con tu mano derecha,
y con tu bondad me engrandeciste.
36 Me pusiste sobre un terreno espacioso,
para que mis pies no resbalaran,
37 y así pude perseguir y alcanzar a mis adversarios;
¡no volví hasta haberlos exterminado!
38 Los herí, y ya no se levantaron;
¡quedaron tendidos debajo de mis pies!
39 Tú me infundiste fuerzas para la batalla,
para vencer y humillar a mis adversarios.
40 Tú los hiciste ponerse en retirada,
y así acabé con los que me odiaban.
41 Clamaron a ti, Señor, pero no los atendiste;
¡no hubo nadie que los ayudara!
42 Los hice polvo, y los arrastró el viento;
¡los pisoteé como al lodo en las calles!
43 Tú me libraste de un pueblo rebelde,
Y me pusiste al frente de las naciones.
Gente que yo no conocía, viene a servirme;
44 gente extraña me rinde homenaje;
¡apenas me escuchan, me obedecen!
45 ¡Gente de otros pueblos se llena de miedo,
y sale temblando de sus escondites!
46 ¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi roca!
¡Exaltado sea el Dios de mi salvación!
47 Es el Dios que vindica mis agravios
y somete a las naciones bajo mis pies.
48 Es el Dios que me libra de mis adversarios,
que me eleva por encima de mis oponentes,
¡que me pone a salvo de los violentos!
49 Por eso alabo al Señor entre los pueblos,
y canto salmos a su nombre. 
50 El Señor da la victoria al rey;
siempre es misericordioso con su ungido,
con David y con sus descendientes.