Se dice que una persona sin motivación en la vida es alguien que va decayendo. También dicen que se llega a anciano cuando ya no hay nada qué anhelar. Sin embargo, hay muchas personas en la tercera edad que se ven más animados, despiertos y aún con más energía y sueños que muchos de los jóvenes en la actualidad.
Pero ¿qué cosas podrían darle motivación, esperanzas o ilusiones a una persona que ha vivido 80 años? ¿Acaso no ha visto todas las desgracias por las que ha pasado el mundo? ¿No habrá sido engañado, defraudado, ignorado o maltratado por muchas personas en el paso de los años? Si es así ¿qué ganas pueden quedarle de vivir?
Pues la respuesta es simple: no todo en la vida es desgracia. Hay momentos buenos y malos, momentos alegres y tristes, cosas muy negativas pero también cosas muy positivas. Y el punto es, ¿por qué debemos poner cuidado solamente en las tragedias? Hay tantas cosas que podemos apreciar de un día por terrible que haya estado.
Para empezar tuvimos vida, muchos no amanecieron hoy. Por lo tanto tenemos una nueva oportunidad de mejorar, crecer o aprender algo nuevo. Nos pudimos levantar, estirar y respirar. ¿No es suficiente razón?
¿Por qué nos cuesta tanto ver el lado positivo de las cosas? ¿Acaso no hay personas en peores situaciones? Estoy seguro que sí y posiblemente ellas tengan mejor respuesta ante las circunstancias de la vida que nosotros.
Mientras unos pedimos un milagro para cumplir algún capricho que embargamos, otros piden un milagro para vivir un día o una hora más.
Debemos levantar la vista y ver que hay mucho por lo cual luchar, mucho por mejorar, mucho por crear o reinventar, no importando el maltrato de la vida. Porque finalmente, nuestra esperanza está puesta en el mismo que sueña con llevarnos muy pronto a un lugar de paz: nuestro amado Jesús.