Mirad a mí, y sed salvos.
En los aviones, antes del despegue, una azafata explica cómo utilizar las salidas de emergencia. Después de haber indicado su número y posición, a veces añade: «Localice las salidas de emergencia teniendo en cuenta que la más próxima a su asiento puede estar situada detrás de usted». Eso significa que todos deben darse la vuelta para ver si el letrero «salida» más próximo está detrás de ellos.
¿Y si ocurriese igual en nuestra vida? El profeta describe así nuestra actitud natural: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas el Señor cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6). Es un camino cuya única salida es la muerte. Esta pregunta también es importante: ¿Qué hará usted al final? La salida de socorro que conduce a la vida existe. La salvación está muy cerca de mí, pero para alcanzarla debo estar dispuesto a dar media vuelta. Convertirse es cambiar radicalmente de dirección, de pensamiento, de objetivo; es volver a Dios. Arrepentirse es aceptar lo que Dios dice, creer que él es verdad, que tiene razón, y reconocer mis faltas con el deseo de abandonarlas. No puedo seguir por el mismo camino. Para cambiar necesito una ayuda externa, necesito ser salvo. Pero ¿qué hacer entonces?
El anuncio de seguridad aérea añade: «Una serie de luces alineadas en el suelo les conducirá a las salidas de emergencia». Hoy, en nuestra tierra, la Biblia es esa senda iluminada que conduce hasta el Salvador, es decir, hasta Jesucristo.
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