El ser más cortés y educado del universo es Dios. No podría ser de otra manera. Él da a cada uno el mérito que le corresponde, y reconoce los aciertos que tiene cualquier ser del universo. Hasta a su archienemigo Dios trata con cortesía. Según el texto de hoy, a los únicos a quienes pone en ridículo son a los falsos profetas y a los adivinos. Por supuesto, esta es una forma de expresión y recurso estilístico del profeta, pero uno siente que es así. Los falsos profetas y los adivinos son personajes risibles.

Momentos antes de escribir este comentario, leía el periódico. Una noticia decía: «Nueva fecha para el fin del mundo. ¡Entérate!». Me negué a leerla. Estoy harto de que nos quieran tomar el pelo. Pero bueno, tengamos cuidado. Algunos falsos profetas del tiempo del fin «harán señales grandes y milagros», capaces de engañar, «de ser posible, aun a los elegidos» (Mat. 24:24). Otros serán capaces de «hacer caer fuego del cielo a la tierra, a la vista de todos» (Apoc. 13:13). Por tanto, hay que tener cuidado y no despreciarlos ni ridiculizarlos. Eso solo lo puede hacer Dios. A nosotros nos corresponde estar alerta porque los engaños serán muy convincentes.
La prudencia incluye el rechazo decidido de horóscopos, la güija, además de libros y revistas y otras manifestaciones del ocultismo. Esos materiales no tienen ningún tipo de seriedad y no son nada fiables para conocer el futuro. Es mejor recurrir a la Palabra profética más permanente. Esta no falla y da certeza para el futuro.
Por Félix H. Cortez
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