El ser más cortés y educado del universo es Dios. No podría ser de otra manera. Él da a cada uno el mérito que le corresponde, y reconoce los aciertos que tiene cualquier ser del universo. Hasta a su archienemigo Dios trata con cortesía. Según el texto de hoy, a los únicos a quienes pone en ridículo son a los falsos profetas y a los adivinos. Por supuesto, esta es una forma de expresión y recurso estilístico del profeta, pero uno siente que es así. Los falsos profetas y los adivinos son personajes risibles.
El rey Jorge II de Inglaterra dijo en 1773 que sus colonias norteamericanas tenían poca inclinación a organizar una revolución. Muy poco después estalló la Guerra de Independencia de Estados Unidos y el monarca quedó en ridículo. Muchos años después, un oficial de la White Star Line dijo que era imposible que el Titanic, su transatlántico más reciente, se hundiera. En 1939, el New York Times declaró que el problema de la televisión era que la gente tenía que mirar fijamente una pantalla y que el norteamericano promedio no tendría tiempo para ello. Cualquier comentario a esta bobería sería ocioso. Un profesor británico de astronomía dijo, a principios del siglo XIX, que viajar por el aire a altas velocidades sería imposible, porque los pasajeros se sofocarían.
Momentos antes de escribir este comentario, leía el periódico. Una noticia decía: «Nueva fecha para el fin del mundo. ¡Entérate!». Me negué a leerla. Estoy harto de que nos quieran tomar el pelo. Pero bueno, tengamos cuidado. Algunos falsos profetas del tiempo del fin «harán señales grandes y milagros», capaces de engañar, «de ser posible, aun a los elegidos» (Mat. 24:24). Otros serán capaces de «hacer caer fuego del cielo a la tierra, a la vista de todos» (Apoc. 13:13). Por tanto, hay que tener cuidado y no despreciarlos ni ridiculizarlos. Eso solo lo puede hacer Dios. A nosotros nos corresponde estar alerta porque los engaños serán muy convincentes.
La prudencia incluye el rechazo decidido de horóscopos, la güija, además de libros y revistas y otras manifestaciones del ocultismo. Esos materiales no tienen ningún tipo de seriedad y no son nada fiables para conocer el futuro. Es mejor recurrir a la Palabra profética más permanente. Esta no falla y da certeza para el futuro.
Por Félix H. Cortez
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