“Bendito sea Jehová, mi roca, quien adiestra mis manos para la batalla, y mis dedos para la guerra.” Salmos 144:1
Esta vida es una guerra y cada día una batalla. El cristianismo no te transforma a ti en un hombre místico, inerte y conformista. Quedar parado en algún rincón de la vida, esperando las bendiciones divinas, no expresa el auténtico sentido de la fe.
Cuando Dios llega a tu vida, llega para "adiestrar tus manos para la batalla, y tus dedos para la guerra". El salmista expresa en este versículo el equilibrio de una vida centrada en Cristo. Lo primero que hace es alabar el nombre del Señor y reconocer que Dios es la Roca. Todo edificio que sea construido sobre la roca, será invulnerable. David no se atreve a salir corriendo como un loco para enfrentar la batalla del día. Por el contrario, dedica tiempo para reconocer la grandeza de Dios. Coloca sus planes en las manos de la "Roca", porque nada puede fracasar cuando Dios es el fundamento. Luchar sin Dios, es locura. Confiar en Dios sin luchar, es un disparate.
Otro de los pensamientos del texto de hoy es que la vida no es una victoria. Es una sucesión de victorias. Cada pequeña victoria es parte de la gran victoria. Cada día es una batalla diferente. La victoria de hoy no es garantía de victoria para mañana. El triunfo de "casi" toda la vida, no garantiza el triunfo de la vida toda. Fracasar en el último momento es tirar por tierra todas las victorias del pasado. Napoleón Bonaparte ganó casi todas las batallas y perdió la guerra, porque fue derrotado en la batalla de Waterloo.
El salmista mira la Roca antes de salir a la guerra. Roca, en la Biblia, es sinónimo de permanencia en Jesús, que es la Roca de los siglos.
"¿Qué base tengo para creer en Jesús, además de ese libro anticuado, llamado Biblia?" -me preguntó un joven que estaba involucrado en las filosofías orientales. Mi respuesta fue: "¿Qué base científica tienes tú para creer en la astrología, la numerología, los cristales, las pirámides o la energía interior?"
Anticuadas son las cosas que pasan con el tiempo. La Biblia es antigua, pero es siempre actual. "Permanece para siempre".
Alejandro Bullón